Con moderación o sin ella beber aumenta el riesgo de cáncer de boca


El alcohol es un factor de riesgo independiente (es decir: haya o no otros factores) para el cáncer de boca, y no solo eso, sino que además potencia el efecto de otros carcinogénicos como el tabaco. El alcohol modifica la cobertura superficial de la boca aumentando su permeabilidad (una exposición a corto plazo con un 15% de alcohol  es suficiente). Cuando el consumo se cronifica (cuando se bebe a diario o casi) se produce una atrofia de la mucosa que se asocia con una hiper regeneración de la misma. Se ha comprobado que este fenómeno permite que sustancias químicas que de otro modo no serían carcinogénicas, lo sean. Por otra parte el acetaldehído que se produce durante el metabolismo del alcohol es en sí mismo capaz de producir mutaciones genéticas y por tanto de ser carcinogénico. La mayor parte del metabolismo del etanol se produce en el hígado, sin embargo la flora microbiana presente en el tracto orofaríngeo dispone de los enzimas necesarios para transformar el etanol en acetaldehído. Se cree que esta es la razón de que incluso consumos muy pequeños de alcohol produzcan un incremento en el riesgo de cáncer en los tejidos con los que este tiene contacto directo.

Se estima que el alcohol es causante de unas 5000 muertes solo por cáncer de boca en el mundo anualmente. El consumo ligero a moderado de alcohol, fomentado incluso desde ámbitos sanitarios y bien visto socialmente, es causante de una parte de esas muertes. Hace muchos años que se demostró que el consumo de 4 o 5 bebidas diarias se asocia fuertemente y de forma independiente de otros factores con el cáncer en general y con el de boca en particular. Actualmente hay evidencia suficiente como para afirmar que también el consumo ligero o moderado (una bebida diaria en las mujeres, dos en los hombres) incrementa el riesgo de padecer un cáncer bucal. Aunque el incremento del riesgo pueda parecer pequeño individualmente, el número de personas que mantienen un consumo de este tipo es enorme, por lo que socialmente es un problema relevante.

El incremento del riesgo se produce con consumos muy bajos de cualquier bebida alcohólica, da igual si es vino, cerveza o ginebra. Lo que cuenta es la cantidad de etanol total que se consume. El límite diario a partir del cual se ha demostrado un incremento del riesgo de cáncer es tan pequeño como dos vinos (175 ml de vino con 13º de alcohol) o dos cervezas (250 ml de cerveza con 5º de alcohol) equivalente a 40 gr de alcohol para los hombres, la mitad de esta dosis en el caso de mujeres.  También se produce ese aumento del riesgo independientemente del consumo o no de tabaco y otros factores de riesgo, aunque se potencian en caso de darse varios de ellos simultáneamente.

El consumo de alcohol es un grave problema de salud pública menos conocido de lo que debiera: el consumo de alcohol, incluso moderado, multiplica las opciones de sufrir cáncer. En España, el 15% de los tumores diagnosticados a los hombres tienen relación con el alcohol, frente al 10% de la media europea. Por ejemplo, una encuesta reciente mostraba que uno de cada cinco europeos niega que pueda haber esa conexión.(aquí lo de el engaño de la industria). En Europa hay 58 millones de adultos que superan los límites de consumo mencionados anteriormente y por tanto están incrementando su riesgo de padecer cáncer en la boca, pero también en otras localizaciones.

Sabemos por experiencia de donde procede la información falseada sobre la seguridad o incluso lo recomendable del consumo de alcohol «con moderación». Sucedió con el tabaco y también en otros aspectos de la alimentación. Coca-Cola® y otras industrias productoras de alimentos y bebidas que pueden tener efectos graves para la salud difunden directa e indirectamente (muchas veces a través de organizaciones del ámbito sanitario o político) mensajes que pretenden transmitir que un «consumo responsable» y unos «buenos hábitos» (hacer deporte) son suficientes para que se conviertan en alimentos aceptables. Del mismo modo, la industria del alcohol ha logrado convencer a la mayoría de la sociedad de la bondad de un consumo «responsable» o «moderado» al que se le atribuyen incluso ventajas cardiovasculares. Muchas de las publicaciones que recogen estos resultados favorables están financiadas directamente por la industria del alcohol e ignoran la influencia que dicho consumo tiene en la aparición de cánceres como el cáncer oral, de esófago, de orofaringe, y también en otras localizaciones como la mama. En el ámbito de actuaciones como pueden ser el patrocinio de eventos deportivos, reuniones de sociedades científicas -contando siempre con el beneplácito de organizaciones locales, gubernamentales o sanitarias- niegan, omiten o distorsionan el efecto real del alcohol sobre el cáncer. Desgraciadamente la industria está involucrada en el desarrollo de políticas sobre el alcohol en muchos países, así como en la distribución de información sanitaria al público, incluso en edad escolar. Debería ser exigible que tales relaciones de la industria con el mundo académico o las decisiones políticas no se produjeran ya que conllevan graves riesgos para la salud pública. Según un reciente estudio que analiza todas las publicaciones que afirman el carácter protector del consumo moderado de alcohol sobre la salud cardiovascular, estos estudios adolecen de múltiples sesgos y proponen mecanismos cada vez más inverosímiles.

Por tanto, si el beneficio parece poco claro y el perjuicio es patente, la recomendación de un consumo de alcohol a dosis bajas para prevenir la patología cardiovascular es una pésima recomendación.

 

Leer más:

El riesgo del consumo moderado de alcohol:

https://elpais.com/elpais/2017/07/03/ciencia/1499071888_675038.html

Relación entre el consumo ligero de alcohol y distintos tipos de cáncer:

http://www.bmj.com/content/351/bmj.h4238

Consejos para reducir el consumo de alcohol:

http://www.estilosdevidasaludable.msssi.gob.es/consumo/docs/Alcohol.pdf