Hace algún tiempo una persona conocida solicitó mi opinión acerca de un tratamiento con implantes que un familiar suyo, residente en la península, quería hacerse en un país extranjero. Al hacerlo me facilitó la documentación recibida por parte de la clínica en la que pensaba hacerse el tratamiento, y de aquella lectura surgen estas reflexiones sobre el turismo sanitario en general y el relativo a los tratamientos con implantes en particular.
Tengo como norma no colocar implantes a pacientes que no viven a una distancia razonable de mi consulta, una distancia que les permita acudir a ella con la frecuencia que las particularidades de su tratamiento requiera. Ni siquiera tratándose de amigos o familiares. Cualquier tratamiento complejo es susceptible de complicarse o precisar un seguimiento más o menos frecuente una vez realizado. Los implantes dentales no son una excepción. Una vez pasado el periodo de cicatrización del hueso y la colocación de la prótesis, se aconseja una visita al mes de la cirugía, otra a los tres meses y posteriormente con carácter semestral mientras el tratamiento realizado continúe en boca. En dichas revisiones se inspecciona el estado de los tejidos alrededor de los implantes para comprobar que no hay inflamación, se comprueba el buen ajuste de la prótesis y se hace un estudio radiológico para comprobar el estado de integración de los implantes en el hueso. Si el tratamiento se ha realizado a demasiada distancia del lugar de residencia del paciente, inevitablemente este dejará de acudir a las revisiones de mantenimiento. Y desde luego no será fácil que habiendo sido realizado el tratamiento por un determinado profesional sea otro quien acepte hacerse cargo de dichas revisiones.
Además de esto, los pacientes que estén valorando ir a otro país a ponerse unos implantes tienen que considerar que cada marca de implantes tiene su propia herramienta, y esta no es adaptable de unas casas comerciales a otras. En caso de que surja durante cualquier etapa de la vida de los implantes un problema, el paciente puede encontrarse con que nadie en su entorno trabaja con la marca de implantes que él lleva en boca y por tanto nadie tiene el instrumental necesario para tratar dicha complicación. Ni con la mejor voluntad es posible tratar una complicación si uno carece de la herramienta necesaria.
Por otro lado y basándome en la documentación a la que he tenido acceso, el presunto ahorro respecto a un tratamiento realizado en España se basa fundamentalmente en la utilización de materiales de baja calidad y dudo mucho de que no sea posible encontrar el mismo ahorro en cualquier clínica de las llamadas “low cost” en nuestro país con materiales de parecida baja calidad (cosa que desaconsejo). En el mismo documento, en letra pequeña, explica que si el paciente desea implantes de primera marca (es decir: Implantes de titanio grado IV, manufacturados con controles de calidad importantes, resultados probados a largo plazo y marcas con reconocimiento internacional) el precio del tratamiento es exactamente el mismo que puede uno encontrar sin moverse de su ciudad.
Para finalizar me gustaría que se hiciera una reflexión sobre los controles que debe superar una clínica en nuestro país y que garantizan al paciente en la medida de lo posible una atención correcta. Periódicamente la inspección sanitaria comprueba que nuestras clínicas están dotadas de los protocolos de esterilización más avanzados, que tengamos en regla nuestra titulación y la de nuestro personal, y también los seguros de responsabilidad civil, que los materiales implantables (los que se colocan al paciente) se usen correctamente y en general que el profesional y la clínica reúnan unas condiciones adecuadas.
¿Pondría su salud en manos de personas que obvian todas estas dificultades y le ofrecen materiales de baja calidad? ¿Personas cuya formación, experiencia y adecuación a los controles más exigentes desconoce?
MÁS INFORMACIÓN:
Recomendaciones de mantenimiento de implantes
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