Imagina que un día te despiertas por la mañana. Es sábado y tienes el día libre, algún rayo de sol entra por la ventana. Es la ocasión para hacer las cosas que más te gustan y estar con la gente con la que disfrutas. Sin embargo te das media vuelta, y te tapas hasta la cabeza. No es pereza, no es que estés muy bien en la cama. Es que levantarte te requiere una energía que no tienes. Lo mismo que vestirte o darte una ducha. Sientes hambre, pero el solo pensamiento de que tienes que levantarte, abrir la nevera, buscar algo para comer, servirlo y masticarlo parece agotador. Y no tienes síntomas de ninguna enfermedad física: no tienes fiebre, no te duele la barriga, y los últimos análisis están perfectos, incluyendo las pruebas de función tiroidea. Tampoco ha sucedido nada en tu vida que pueda justificar esta situación. Como no hay nada físico que justifique tu actitud la atribuyes a un problema de debilidad, que es lo que la sociedad te ha enseñado que le pasa a la gente que es así. Y esa sensación se agrava cuando un amigo te llama y le cuentas lo que te está pasando. Con la mejor intención te dice: “¡Anímate hombre! Sal a dar una vuelta”. Entonces recuerdas que has quedado con tu pareja para ver a unos amigos y en ese momento te hundes: si vas, sabes que será un infierno porque no quieres ver a nadie. Si decides no ir, sientes que le estás fallando a tu pareja y aparece la culpa. Una voz interior empieza a decirte que seguramente eres una carga para ella y para tu familia. Que no vales para nada y que todo lo que intentas lo haces mal. Que lo mejor que puedes hacer es quitarte de en medio.
Solo que no es un día. Es uno y otro, y otro, y otro más. Así durante semanas y repetido periódicamente a lo largo de los años, sin que puedas prever qué lo desencadenará ni en qué momento hará aparición. Todo ello unido a que sabes que en tu entorno muy poca gente o ninguna comprende lo que te sucede, que la mayoría no sabe nada de la enfermedad ni de cómo ayudar a quien la padece. Y normalmente tendemos a rechazar aquello que desconocemos. A lo largo de la historia los pacientes con enfermedad mental han sido torturados, encerrados, apartados de una sociedad que les teme y les desprecia. El rechazo social y laboral persigue y agrava de forma muy importante la situación tanto emocional como económica de los enfermos de depresión. En la mayoría de los casos es la familia, si la hay, el único soporte del paciente incluso en términos económicos.
No estás solo: La depresión causa el 50% de las discapacidades en occidente. 300 millones de personas en el mundo padecen depresión, y esta enfermedad está detrás de 180.000 suicidios anuales en Europa (4000 aproximadamente en España, casi el mismo número de muertes que causa el cáncer de mama o el de próstata). El suicidio es la principal causa de muerte en las chicas entre 15 y 29 años. A pesar de esto solo una cuarta parte de los enfermos con depresión recibe un tratamiento adecuado. En nuestro país la situación de la atención psiquiátrica es especialmente grave. Somos el octavo país con menor número de hospitales psiquiátricos, la mitad de la media de camas de los hospitales de la OCDE. Los profesionales de atención primaria no reciben la formación necesaria para el diagnóstico temprano de enfermedades como la depresión, y la atención especializada tiene unas esperas imposibles de sostener para quien está en esta situación. La psiquiatría está además muy medicalizada, y olvida el otro bastión del tratamiento de la depresión: la atención psicológica.
La depresión no es una debilidad del carácter. La depresión es una enfermedad que se produce por una combinación de una genética predisponente con determinadas circunstancias ambientales. Está fuera de las posibilidades de un paciente con depresión modificar los síntomas que padece, del mismo modo que una persona con diabetes no puede metabolizar el azúcar por mucho que ponga su mejor voluntad. Si no le dirías a una persona con ceguera que se esfuerce por apreciar la pintura impresionista, no le pidas a una persona con depresión que se anime. No puede. No está “desanimado”: está enfermo.
Si conoces a una persona que esté pasando por esto, trata de ayudarle para que reciba atención profesional y trata de formarte sobre la enfermedad para poder serle de ayuda y difundir información que permita incrementar el conocimiento social y la integración de las personas que la padecen.
Más información:
Criterios diagnósticos de depresión:
http://psicologamadrid-depresion.blogspot.co.uk/2013/01/criterios-diagnosticos-depresion-mayor.html
Información de la organización mundial de la salud sobre la depresión:
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/es/
Dos vídeos explicando qué es la depresión:
*En primera persona:
https://www.ted.com/talks/andrew_solomon_depression_the_secret_we_share#t-161951
*Información general:
https://www.youtube.com/watch?v=Hsi1LI13f1Q