¿Conoces a alguien con secuelas de polio? Yo sí.


Tengo una paciente muy especial. Es una mujer poco mayor que yo, muy dinámica, alegre, independiente en la medida que le es posible. La única limitación que tiene para una independencia total es que para poder caminar necesita dos tutores en las piernas y dos muletas, lo que le impide, por ejemplo, subir escaleras por sí misma. Es una de las personas afectadas por las epidemias de polio que asolaron Europa en el siglo XX, hace no tanto tiempo. La mayor parte de la población en países occidentales no ha conocido la enfermedad ni sus secuelas, pero una de cada cien personas afectadas sufrían una parálisis permanente en algún grado, llegando incluso a necesitar un pulmón de acero para sobrevivir o falleciendo por parálisis de la musculatura respiratoria.

El hecho de que hayamos dejado de ser víctimas o testigos de muchas enfermedades infectocontagiosas que hace no demasiados años diezmaban la población del mundo ha hecho que se pierda la percepción de riesgo respecto a ellas. Sin embargo hace menos de 70 años del último gran brote de Polio. Las armas de la población para luchar contra la enfermedad eran pintar los troncos de los árboles con cal o poner bolsas de alcánfor en la ropa interior de los niños. Ese brote mató a 3000 personas sólo en Estados Unidos y dejó decenas de miles de paralíticos. Hemos olvidado también que la viruela mató a miles de millones de personas en el planeta, modificando la demografía de las poblaciones más que cualquier guerra. Y la hemos hecho desaparecer por completo gracias a la vacunación.

Estábamos muy cerca de la erradicación total de la polio prevista para el año 2018 y Europa está declarada libre de polio desde el año 2000 todo ello gracias a la aparición de la vacuna en los años 60. Sin embargo en 2015 se notificaron dos casos en Ucrania (país europeo en el que actualmente la tasa de vacunación ha descendido al 50%) de parálisis total y permanente en una niña de 4 años y un bebé de 10 meses. Esto obligó a la OMS a poner en alerta a los países del resto de Europa ya que se estima que hay 12 millones de europeos que no están correctamente vacunados. Ni la polio ni la parálisis por polio se curan, tampoco las complicaciones (ceguera, sordera, encefalitis) de las otras viriasis de las que podemos protegernos con la vacunación.

La polio, el sarampión, la tosferina… son enfermedades extremadamente contagiosas: el 90% de las personas que no estén vacunadas y entren en contacto con un enfermo se contagiará. De ellas un porcentaje —variable según la enfermedad— sufrirá secuelas irreversibles (como los dos pequeños de Ucrania) o morirá (como el niño con leucemia). En todas las poblaciones hay un porcentaje de personas (niños demasiado pequeños o personas inmunocomprometidas) que no pueden vacunarse o padecen alguna enfermedad que afecta a su inmunidad. El único modo de proteger a estas personas de un contagio que ponga en riesgo sus vidas es que el 95% al menos de la población esté vacunado correctamente. Es lo que se llama “efecto rebaño”. Esas personas vulnerables a las que hay que proteger no son hipotéticas: son nuestros hijos, sus compañeros de colegio, sobrinos, hermanos, abuelos… . Cada persona que es vacunada no solo queda protegida sino que contribuye a la protección del resto. Cada persona que queda sin vacunar está expuesta y pone en riesgo a las personas más vulnerables.

Imagina que tu hijo es uno de los puntos azules en la siguiente infografía.

Cuando el efecto rebaño se pierde porque un porcentaje de los padres toma la decisión de no vacunar a sus hijos los principales afectados por su decisión son los niños pequeños que aún no tienen edad para recibir las vacunas, seguidos de aquellas personas con enfermedades que afectan al sistema inmune.

Este artículo, o los muchos con información científica correcta que se pueden encontrar en la red, así como los consejos de los pediatras o de la OMS no van a convencer a quienes ya han tomado la decisión irresponsable y egoísta de no vacunar a sus hijos. A esas personas probablemente solo enfrentarse al hecho de ser el padre o madre de un niño fallecido a consecuencia de esa decisión (como los padres del niño con leucemia, o los padres del niño que murió de difteria en Cataluña) les hará tambalear sus convicciones. Hay un estudio reciente que demuestra que ningún grado de información científica convence a estas personas, y que la información alarmante o amenazante, sorprendentemente, les hace reafirmarse más en sus creencias. Estas personas actúan con la evidencia que avala las vacunas exactamente del mismo modo que quienes niegan que el cambio climático es un hecho.

 

MAS INFORMACIÓN:

✓ Epidemias de polio y pulmones de acero:

http://medtempus.com/archives/los-pulmones-de-1acero-en-las-grandes-epidemias-de-polio-del-siglo-xx/

✓ Eficacia de las medidas de información para hablar de las vacunas:

https://www.researchgate.net/publication/260485891_Effective_Messages_in_Vaccine_Promotion_A_Randomized_T1rial

✓ El efecto rebaño: qué es y cómo funciona:

http://www.vacunas.org/ique-es-la-inmunidad-de-grupo/

http://vk.ovg.ox.ac.uk/herd-immunity

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