Problemas de la articulación mandibular


La articulación que une la mandíbula con el cráneo (ATM) tiene un papel fundamental en la masticación, fonación (emisión de sonidos), deglución (ingestión de sólidos o líquidos), y expresividad facial. Cuando sufre alguna alteración, estas funciones se ven perjudicadas.

Se estima que hasta 700.000 varones y 1.400.000 mujeres en nuestro país  presentan algún signo o síntoma de deterioro en esta articulación que requeriría tratamiento (5% de la población), sin embargo solo lo solicita el 1%.

Los problemas de la ATM son en general multifactoriales, es decir, normalmente se explican por la presencia conjunta de varios factores. Hay una serie de factores predisponentes: estrés y ansiedad, parafunciones (apretamiento dental, bruxismo, morder las uñas), antecedentes de enfermedades articulares. Sobre ellos actúan otros factores que llamamos desencadenantes: traumatismos agudos, laxitud articular, sobrecarga funcional, sobrecarga por el tipo de trabajo o aficiones (músicos), intervenciones quirúrgicas con intubación endotraqueal… que desencadenan las alteraciones en el menisco y la descoordinación de los movimientos con la mandíbula.

En relación con la articulación mandibular nos encontramos, principalmente, con tres tipos de problemas:

Inflamatorios (artritis de ATM): pueden tener su origen en un cuadro reumático generalizado, o un origen traumático o ser la evolución de uno de los otros dos cuadros clínicos. Normalmente el paciente acude a la consulta con un dolor muy intenso localizado en la zona inmediatamente anterior al oído. El dolor aumenta con la apertura de la boca y la masticación.

Alteraciones del menisco (disfunción articular): los factores anteriormente mencionados producen una alteración en la almohadilla situada entre las dos superficies articulares, que finalmente altera la posición y la coordinación del movimiento de esta almohadilla con la mandíbula. El paciente consulta por la aparición de ruidos en la articulación (chasquidos, crujidos), o bien por la imposibilidad de abrir la boca más allá de determinado punto (bloqueo articular) o por la aparición de una limitación permanente para la apertura de la boca.

Cuadros miofasciales (dolor de origen muscular). En este caso el síntoma principal también es el dolor, pero no está tan bien localizado como en los problemas inflamatorios. El paciente suele quejarse de un dolor más difuso, que irradia a la sien correspondiente, a la garganta o al oído. Puede referir dolor en los dientes del mismo lado.

En muchas ocasiones el paciente consulta cuando su clínica incluye ya dos o más de los cuadros precedentes.

No es posible prevención primaria de los problemas de la articulación, pero sí evitar que una vez que aparecen progresen a cuadros más graves. Si presenta alguno de los síntomas mencionados debe ponerse en manos de un especialista en cirugía maxilofacial que, en coordinación con otras especialidades (odontología, fisioterapia, unidades del dolor) afrontará el tratamiento de su problema.

En la consulta le harán una historia clínica detallada, en la que le preguntarán por sus antecedentes: traumatismo reciente (caída, accidente de tráfico, intervención quirúrgica), calidad del sueño (postural), visitas al dentista (cambios en oclusión, apertura prolongada), dolor de cabeza o cuello o dientes, parafunciones (apretar, bruxismo), antecedentes de ansiedad. Le preguntarán cómo es el dolor o ruido que aparece: intenso y bien localizado, difuso, se incrementa o no con la masticación y apertura de la boca…

Para realizar un diagnóstico además de explorar la zona en la consulta se le pedirán una serie de pruebas para comprobar el estado de la boca en general, los huesos de la articulación y los tejidos blandos (ligamentos, menisco). Le pedirán que se haga una radiografía panorámica de la boca, y en algunas ocasiones una Resonancia Magnética. Estas no son las únicas pruebas que pueden ser de utilidad, pero sí las más frecuentes. En ocasiones será preciso hacer además un TAC o TAC 3D o incluso una artroscopia (intervención quirúrgica poco invasiva) para completar el diagnóstico. Cuando se sospeche un cuadro reumático o de origen autoinmune su médico puede pedirle algunas pruebas de laboratorio.

Algunos pacientes con problemas de la ATM no precisan ningún tratamiento y mejoran con la introducción de algunos cambios en sus hábitos. A otros se les indicarán tratamientos para corregir los factores que influyen en su problema, siempre empezando por los procedimientos más conservadores y reservando la cirugía sólo para aquellos casos en los que no es posible mejorar el dolor o la función mediante técnicas conservadoras. Algunos de los consejos que recibirá de su médico pueden incluir:

✓Evitar alimentos que exijan masticar mucho tiempo (frutos secos, chicle) o hacer fuerza con la boca muy abierta (comer la fruta a bocados o bocadillos).

✓Evitar la apertura máxima en el momento del bostezo.

✓Aplicar frío o calor en la zona (depende del origen del problema).

✓Realizar ejercicios que le permitan mejorar la movilidad articular, la estabilidad y la fuerza muscular.

✓Tomar medidas para reducir el estrés: caminar o realizar algún tipo de ejercicio a diario y practicar técnicas de relajación.

Otros tratamientos, como por ejemplo la toma de medicamentos analgésicos o relajantes musculares, la confección de férulas para reducir el apretamiento de los dientes, el tratamiento por parte de un fisioterapeuta, le serán recomendadas, si hay indicación para su caso concreto.

En los casos más graves, cuando ninguna de estas medidas logra proporcionarle al paciente una función buena y exenta de dolor se debe recurrir a la realización de una artrocentesis, artroscopia y en casos muy concretos, la cirugía abierta de la articulación.

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